Sebastián Alfredo de Morales fue uno de los botánicos más destacados del siglo XIX. Este científico, nacido en la capital, se convirtió en un matancero por los años de residencia en esta ciudad, y por las incontables actividades que desarrolló en beneficio de la tierra que lo acogió como a un hijo.
A principios de 1840 comenzó a dedicarse a la Paleontología y después se especializó en Botánica. Sebastián Alfredo de Morales fue el padre de la Botánica en Cuba por ser el primer científico nacido en Cuba especializado en esa rama del saber.
Huérfano de padre y madre, comenzó a los 15 años a estudiar Crónica de prensa. En 1842, se trasladó a Matanzas, donde empezó a escribir.
El Lince, uno de los seudónimos que utilizó como redactor en La Aurora de Matanzas cultivó la prosa y el verso, fue educador, periodista, político, sin dudas debe ser considerado científico cubano.
En el periódico La Aurora de Matanzas comenzó su carrera de escritor público, al desarrollar una campaña contra los juegos de azar y otras lacras características de la administración colonial hispana en la Isla; también a partir de este momento, fue nombrado redactor de este diario hasta 1844.
Según Calcagno, él trabajó conjuntamente con los hermanos José Jacinto y Federico Milanés, Miguel Teurbe Tolón y Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), entre otros escritores, para que La Aurora se convirtiera en el periódico más interesante de Cuba.
De estos primeros años en la ciudad yumurina, es su poema Adiós a L. G. de C (1842), firmado por S. M. Solamer, otro de los seudónimos utilizados por él, del cual copiamos un fragmento: ¨
Adiós, mujer, no escucharás mis cantos;
Presto a la tumba bajaré tranquilo....
¡Siento romperse de mi vida el hilo!
¡Se acabaron del mundo los encantos!
Las trabas que me ligan a la vida
Fallando van, una, por una, ya....
¡De mi vida la llama pronta está
Del pábilo á fugarse desprendida!
¨
El 13 de septiembre de 1842 El Lince publica en La Aurora, una especie de “hojeada a las noticias de Cuba”, a la que llama “Revista Jeneral” (sic).
El 13 de septiembre de 1842 El Lince publica en La Aurora, una especie de “hojeada a las noticias de Cuba”, a la que llama “Revista Jeneral” (sic).
Más adelante, el 12 de octubre de este propio año 1842, apareció un comentario sobre la puesta en escena de una obra teatral en la ciudad de Matanzas y en el mismo “Lince”, demostró, además de conocimientos de la obra, condiciones para ejercer la crítica teatral:
“La Sra. Armenta (doña Carlota) espresó con bastante felicidad las pasiones y candidez de Elvira, entusiasmando a los espectadores, hasta el punto de arrancar repetidos aplausos; y podemos decir que la ardiente y poética Elvira supo pagar los esfuerzos de Macías. La función concluyó a las nueve y media, terminando aquella con el conocido baile “La Cachucha” que desempeñaron con toda gracia y maestría la Sra. Armenta (Amalia) y los Sres. Robreño (D. Francisco) y Maíquez. La concurrencia no fue de lo mejor: atribuimos esto á “la retreta” y al baile de la Sociedad Filarmónica”. (sic)
Por otra parte, el 30 de enero de 1845 escribe en la Aurora de Matanzas, Mácsimas (sic) un grupo de proverbios, reflexiones sobre diversos asuntos.
Morales fundó el 2 de noviembre de 1864 la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo Artístico y Literario de Matanzas. En 1862 ingresó en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana como corresponsal, distinción por no vivir en la capital.
En 1865, colaboró con la creación del Instituto de Segunda Enseñanza, donde fue encumbrado catedrático interino de Ciencias Naturales.
Nombrado en 1873 agente especial de Cuba en Centro América, radicó en la ciudad de Bogotá, donde le otorgaron diploma de Profesor Titular del Instituto Homeopático de esa ciudad. Durante 3 años radicó en Barranquilla y vivió durante 9, en Venezuela.
Tras su regreso a Matanzas en 1896, practicó la Homeopatía por espacio de 16 años durante su vida.
Falleció el 28 de abril de 1900 y fue sepultado en el Cementerio de San Carlos de la ciudad.
Bibliografía:
Alfonso Portillo, Pedro Antonio (1854). Memorias de un matancero. Apuntes para la Historia de la Isla de Cuba con relación a la ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas. Matanzas: Imprenta de Marsal y Cía. 63 p.
Calcagno, Francisco (1878). Diccionario biográfico cubano. New York: Imprenta y Librería de Ponce de León. 727 p.
Dollero, Adolfo (1919). Cultura cubana. La provincia de Matanzas y su evolución. La Habana: Imprenta de Seoane y Fernández
Instituto de Literatura y Lingüística: Diccionario de la Literatura Cubana. (1980-1984). t II. Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas. p. 735-778.
Labraña, José M. (1940). La prensa en Cuba. En: Cuba en la mano. La Habana: Enciclopedia Popular Ilustrada. p. 649-786.
Martínez Carmenate, Urbano (2007) Los puentes abiertos. Matanzas: Ediciones Matanzas. 279 p.
Ruiz Rodríguez, Raúl (2001). Matanzas: Surgimiento y esplendor de la plantación esclavista (1793-1967). 1ra ed. Matanzas: Ediciones Matanzas.126p.
Fuentes periódicas: La Aurora de Matanzas 1841-1845
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