domingo, 17 de mayo de 2020

Escaleras al cielo



Matanzas, ciudad con una geografía caprichosa, privilegiada -diría yo- lo tiene todo: ríos, valles, una hermosa bahía y por si fuera poco tiene cuevas, muchas cuevas. Pero hoy no quiero referirme a los atributos naturales, hoy quiero descubrir sus paisajes urbanos y específicamente sus calles-escaleras. No, no me equivoco. No me confundí con Padre Pico en Santiago de Cuba, continúo hablando de Matanzas. Y sí, en Matanzas también tenemos calles- escaleras. He aquí la historia. 
 
 Foto por: Adrián Juan Espinosa
El Patronato Pro Calles de Matanzas fue una organización dedicada al mejoramiento urbano de la ciudad de Matanzas y se destacó por su aporte desinteresado a la urbe. El nombre con que se dieron a conocer públicamente fue Patronato Pro Calles de Matanzas, aunque rápidamente se identificaron como “Los mil” o “Columna de los mil”. Entre los años de 1942 y 1948, que fueron los de mayor actividad del Patronato, se llegaron a asfaltar por gestión de este un total de 267 cuadras y se comenzó además la construcción del Parque Watkin.
Además de la pavimentación, el Patronato se preocupó por el correcto drenaje de cada una de las cuadras asfaltadas y en las cuadras de la parte baja de la ciudad hubo de acometer además obras de alcantarillado para el drenaje de las aguas.
Es en este contexto y como complemento del parque Watkin es  que se realizó la construcción de la escalera de Jesús María, sin dudas la más hermosa de las calles-escalera de Matanzas, con una longitud de 120 metros que salva un desnivel de 40 metros desde la base a lo alto.  Posee 121 escalones con 10 terrazas o descansos intermedios, y está dotada de un conveniente sistema de drenaje pluvial por medio de un alcantarillado lateral.
Esta vía presenta además parterres intercalados y en su cima un balcón que ofrece una de las más bellas vistas de la tricentenaria localidad matancera.
Matanzas dispone en total de siete escaleras insertadas: dos en el barrio Matanzas, y cinco en Versalles. Fueron un invento tardío y casi periférico, lo que explica que muchos no las conozcan y otros jamás las hayan recorrido. Su hallazgo puede sorprender gratamente al viajero.
Quien ha visitado la urbe sabe cuánto se agradecen estas escaleras, pues constituyen descanso para quien no está acostumbrado a las elevaciones y se enfrenta a las cuestas propias de la geografía matancera.  

 

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